domingo, 5 de marzo de 2017

La Gimnasia de la Entraña y el Aceite





Las galerías escoltan sus grietas.
En una de ellas una libélula de agua medita en
la gravedad desde ese meditar de alguien que posee
alas.

Se moviliza la fisica entre axilas de jabalíes
domados por reencarnaciones. Algún hocico dirá que
tales jabalíes son indómitos.

Lo increible dilata sus fasciculos en el tejido de un
hisopo arrojado a las controversias de una mandarina
orbitadas entre imagenes de telefericos.

Los paramos seducen escamas de brea. Aletas 
que llegan desde el principio de los mandamientos con
una bisuteria de cobre extasiada en un pesebre, orientan
hacia el sur sus espejos. 

Escupen las habitaciones en las bacilicas y racimos.

Las galerías escoltan sus grietas, pero no es todo.
Sobre los plesiosaurios el aullido es amarillo y proviene
de un lobo edificado por pseudonimos entre las runas.

Mascaras de agua en la arcilla con novedades electricas
y dicciones de sodio allegadas a un valle de salitre
donde un escarlata de sangre dorase.

Pristinas elaboraciones de colas en la orilla,
en las resacas del aluminio, donde miles de crestas
provenientes de una olas por un instante
se juntan.

-pero la orilla a lo lejos se pregunta por la ola-

La orilla a lo lejos recoge los abecedarios de un farol
convertidos en lechuzas y en un proceso de fotosintesis
la ciencia de un sueño edita sus zoológicos.

Carbones de hierro en un muro de papel donde los
acantilados presionan la sepia llenos de balsas aún 
humedecidas.

Entre gimnasias de entrañas y aceite.








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