viernes, 10 de marzo de 2017

Diagrama de Xilografìas y Nucas







Alguna vez se puede ver un cometa. Eso es ancestral y
quimico. Esporàdico o sinuoso. Alguna vez las sienes
reconocen sus medialunas. Medialunas reencarnandose
en una orilla de dagas con practicas epicas-hegemònicas.

Y en ese alguna vez los muelles y espigones. 
Los avatares del abalorio. Los crucigramas con
esguinces poèticos. Las circunferencias o los
epistolarios donde el mundo no deja de tejer eventos
con circulos de arañas. Esto ùltimo posee un
fondo espìritual donde tambièn cabe un buho.

Alguna vez entre las resurrecciones. En el ùnico lunar 
de la carne empujado por la mesa. En el diario donde
espontaneos olores de cicatrices dimensionan la espuma.
Las crestas que vuelven a esfumarse en los tejidos
con leyes de brea y capitulos de entrañas amarillas.

Quizà es posible ver un cometa. Llegar a una primavera
llena de trapecios. Ver como se incrusta un vortice entre la
realidad. Percibir un logaritmo de polen. Observar el
inicio solar de la gravedad en el hemisferio, cuando las
bandadas son inspiradas por membrabas de petroleo.

Alguna vez se logra mirar un cometa. Ejercitarse
entre sus puas con un diagràma de xilografìas o nucas.
Lleno de veleros marrones en el pecho, en un fenòmeno propio
de aquellos hombres que se adhieren sòlo a los
àrboles.

Hombres que de noche la poesìa arranca a la lucidez de 
otras raices.










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