miércoles, 24 de diciembre de 2014

Y Una que Otra Estrella






Tú conduce de noche a la posibilidad.
Yo llevaré la intención de los mitos.
Seremos religiosos en cada una de nuestras
preguntas.

Y en cada de nuestras penumbras, también
seremos religiosos.

Escribiremos por ello a los idolos.
A los heraldos y las abstracciónes. Dejaremos
el verso absoluto porque nunca será libre
si viajas con él a los páramos.
No detendremos ninguna de nuestras conjugaciones.
No lo haremos debido a los arboles y el fruto que
cae de ellos convertido en mentón y parietal.

Tú escribe en cada nube donde se religa una
conciencia llena de craneos y mitades de hierba.
Yo buscaré el pétalo.
Llevará el signo de aquellos que levitan en la
escarcha.
De la espuma como una alarma diciéndonos 
algo del oceano que jamás 
comprenderemos.

Estudiaremos a las siglas y los comportamientos.
Las ordenes que hay en una puerta 
donde la abominación duerme en la hierba con
figuras casi exactas de belleza.

Casi exactas.

Tú escribe sobre en las solapas.
Yo buscaré el betún con que alimentaremos
todo eso tan revolucionario que hay en una honda.

Buscarémos un paseo de dios al lado
del liquido y los subversibos o escribiremos
del lado animal y las gargolas que también
son nictalopes surrealistas
de un lado.

Un lado gnostico con que pude terminar
este poema.

Pero no, por lo general el poema termina
en otro de los lados.

Arrastrado por otras estrellas.








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