lunes, 1 de diciembre de 2014
El Corazòn de Petròleo
Somos irreconocibles entre los fragmentos.
Entre horarios estrùcturales de dispersiòn
dejàmos uno que pudiera ser el nuestro.
Colocamos el sol dentro de un pàjaro pero
eso no tenìa significado.
Asedìamos gargolas en horas de nictalopes
y zafiros.
Llegàmos al cuarzo con la flora de una
expediciòn que aùn permanece en las bengalas
con una abstracciòn completa de
los cisnes; nuclear dicho sea
de paso.
Lo ùltimo parecìa tambièn estructural, semejante
a todo abrevadero. A mitad de un torbellino.
Los abrevadores caminan por la noche calzando
boinas.
Despiden las leguas y tecnicismos, llenan
de cartas los latrocinios.
Un abrevadero puede ser un pulgar.
Una cebra que muta en el interior del lago.
La lengua del àrbol inventada por una raìz.
Quisiera quedarme en una raìz como el lenguaje
de lo imposible.
Desearìa preguntar en lo imposible por una
caracteristica, una de sintesis y circunvalaciones,
una llena de globulos como la sangre.
Somos irreconocibles entre los fragmentos.
Todo fragmento en cualquier parte del universo
se reconoce como parte y todo.
Entre nosotros jamàs sucede ello.
Y no sucede porque nuestro corazòn de
pantera es tambièn de petròleo.
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