domingo, 7 de diciembre de 2014
Ontología Verbal
Haberse estrellado contra la realidad.
Poseer una versión del granizo cuando es de carne.
Devorar una película.
Ser carnivoro y occidental.
Juntar mamiferos muy cerca del meridiano.
Observar las notas al pie del agua
donde la corriente no aprisiona las palabras y
las conduce hacia el oceano en esa
otra unidad de las letras.
Tener la existencia de tal letra.
Preguntar a las gaviotas por algo desconocido
lo cual no nos tenga mucho tiempo en los muelles.
Y luego preguntar en la divinidad por
aquello que extienden los papiros
Escribir en el iceberg de carbón.
Disecado el horizonte.
Humedecida la sed.
Haberse aplatinado o emprender en el uno.
Mantener la identidad en ese hoyo
donde deliberan los pájaros.
Ser costumbrista, no-inquietante
como una historia donde se ahogan en el
aire las luciernagas.
Llevar el pulmón a los muerdagos.
Ser motorizado o nivelado en una angustia seca.
Llenar de saxofones la
composición del gas.
Dejar de ser elemental. Documental. Vocear en
la promiscuidad, una metafisica
que estará siempre llena de piscinas.
Mirar en la electricidad de una peluca,
las subversiones en ella orientadas a la cohorte
y la fantasmagoría con que abandona las
venas una pantera en el aire.
Ser todo esto.
Tener la conciencia de ir un poco más
como lo anuncían las ranas.
Y al final.
Al final sólo preguntarse porqué.
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