sábado, 27 de diciembre de 2014

Poesìa






Ayer sobre la racionalidad había un 
punto.

Una hoja de agua que el aceite ungía
a cada momento.

La versión que no era celeste del
mundo.

Un instante sin proporción a los
leones y árboles.

Una tierra conquistada por bosques
sin cipreses.

Una ventana que arrastraba el
placton.

El juicio del amanecer cuando el hemisferio
se llena de vaticinios.

Una tierra donde los diluvios son 
semejantes a los nombres.

Ayer existió un manantial con intuiciones
vacías.

Sobre la racionalidad algo real como
la espuma traía pájaros.

Sentimientos como la noche y la escama
eran sólo pronunciaciones.

La oscuridad traía el talante de una proporción 
en las tautologías.

El ave era una muestra de liebres y 
arquitecturas.

Los paises tenían faroles como los ciclos
y las jabalinas.

La sensibilidad dejaba un jirón de nieve
en sus arcos.

Entre las auroras ludicos pedazos eran
escafandras.

Hoy sobre los ríos el sudor presenciaba
inutiles emparejamientos.

Los orientes se derramaban perfeccionistas
y puros.

La flor angelical se deshace derramando
una copa.

Un libro de truenos como el que nunca duerme
busca equinoccios.

Ambares y huestes semejantes a los racimos
vuelven a la experiencia.

Silencios y vidrios se hacen inconquistables.

El pensamiento vuelve al poema.

La providencia presiona un ala entre su
adolescencia.

Yo quería mi amor para un semicirculo.

Uno pre-hispánico.

Donde los funerales de la mitografía abren
bengalas en las dimensiones de sus 
propios ojos.








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