miércoles, 3 de diciembre de 2014

El Oceano de Lata





Es un dìa.
Una labor de pàjaros entre las cosas me devuelve 
al oido y las cupulas. Tambièn a la realidad.
Al sentimiento de piedra en una campana.
Al conocimiento del aire mientras desciende su  acustico ajuar
de inmenso monasterio en los timpanos; venerando èstos
uno de los sonidos. Venerando en cautividad
perpetuamente.

Un dìa donde el arte es proscripto y la herencia del
oceano es de lata.
Los dinosaurios llevan tambores y mensajes de luces
indòmitas en el pavimento de cera.
Los dinosaurios escupen en la modernidad de dios
con su estilistica de bruces. Agujas y
capitolios son nuestros mientras ello acontece y acontece
tambièn en la imaginaciòn del oceano, en las olas
recreandose al reventar en la orilla
de infinitas formas. En la fantasìa impregnada
de metafìsica porque las palmeras parecen de oro.

Yo miro esas formas sin estar triste.
Acompañado de un movimiento de aguja.
Sombreado por una historia de aceite semejante a los
vuelos de una lechuza en el barro.
Dotado de equinoccios y perihelios disecàndose en 
los fuegos transparentes de los eucaliptos.
Miro sin tristezas este tumbo en tumbo de mi
inteligencia en esa naturaleza, sofocado
por la niebla de una cabellera entrenada en las
piscinas de los huesos sin equilibrio alguno.

Yo miro esa garrocha que intenta buscar
equilibrio mediante la llegada del verso.

Porque tambièn me pertenece.













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