jueves, 4 de diciembre de 2014
El Nacimiento de una Flauta
La noche es natural como algo que se
desploma o desvanece, en el interior de una
ciudad amarilla.
La incandescencia descubre nefasta, el hilo
de una sala, donde reconocemos la dirección de
los barcos.
Vemos una marioneta regida en la
subjetividad por los cabellos o una reminiscencia
donde los cisnes elegían sus brazaletes.
Ensenadas de hierro sobre escritos de barcos
donde la voluntad extiende la ley
del hipocampo en una
marea de
sepia.
Mercenarios de espuma
llenan el sol de bacílicas, junto a un puerto donde
la noche es el valle irregular de la idea.
Mitones de sueños y convencionalismos
entre apellidos de niebla
son inexpugnables preguntas y estructuras
de sirgadores
emanando del sueño.
Balticas columnas de hipocampos
describiendo estrepitos de lamparas; menos concretos
entre la luz que sensualiza un dibujo, hasta
los standares de una madrugada
disecandose en flores
magneticas.
Relatos fantásticos de luces
reencarnandose en el vuelo al desprenderse de
una hegemonía, llenas de arcos industriales
penetrando un patio.
Marchas irónicas de piedras
yacen en la conmoción de algún barco
describiendo navegantes y aguas con asombrosos
cultivos, como la gravedad y la justicia
en paramos de femur.
Plasticidades secretas donde relampaguea
la experiencia con su flauta
portando invalidos oceanos.
Ciegos oceanos donde silenciosamente nace
una flauta.
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