lunes, 31 de octubre de 2016
El Agitar del Espacio
Determinado por un baul o unas calles
donde se ensortijan las lechuzas entre rieles de limòn
y lagunas.
Determinado por factores de rumiantes que llegan
de las bolicheras y hacen del ozono un preludio
de hojarasca. De enigmaticos molinos.
Cuando los planetas han dejado de conquistar lo
inasible y las tripulaciones del vilo duermen
como melenas o performances de agua.
Y las estrellas reparten voces de cisnes y muelles
en las prosodias, enumerando silabas que
se incendian por la tarde entre paracaidas; en el
pètalo de una iridiscencia que resulta de todo ello
incrustado en una selva de ojos.
En los estadios agitados por un tornasol o la brisa que
muerde llena de leones.
En los objetos basicos de la marioneta disecandose
en un perfil donde el atlas de una estalactita
es perpetuamente esquivo y las coronas de una medialuna
irradìan botines y destellos de garrochas.
En el equilibrio de la ira cuando toca un atomo.
Con funcionamientos semejantes a los de un prismatico
entre esguinces y nebulosas.
En la soledad de los perimetros cuando pertenecen
al aceite.
Mientras la astrologìa recorre la vida de un caracol
en las uñas del viento.
En los pàpiros buscandose entre minaretes.
En esos crepùsculares trotes de placton en la orilla
cuando es cubierta por las hojas.
En los bordes de un almacen pudriendose en los mitos.
Contrastable o no con aquello que llega de las cosas
oprimidas por sus propias siluetas.
En las piramides que escriben sobre los elixires
y los origenes del albedrìo en el sueño.
En ese albedrìo que llega del sueño con los
ultimos relojes.
Donde sucede que en lugar del tiempo quien
agita su corazòn es el espacio.
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