miércoles, 12 de octubre de 2016
El Ovalar de los Acidos
El otro lado de la hierba es un peso.
El pez con el cual me cruzè esta mañana
aùn conserva el sueño, donde ondea una luna
de polietileno.
El equilibrio duerme en la voragine y sus
contrarios desatan enigmas.
Entre los tallos se mimetiza un espigòn
contemporaneo, enrojecido por un
pelicano de platano.
Quizà en ese equilibrio hay un argumento
creado por el amor entre diluvios
de iridiscencias
y quiza ese equilibrio se recoja en alguno
de sus manantiales devoradas por elipses.
Devoradas por circunvalaciones.
Teorèmas de lampos en una bacìlica
donde se condensan hidrògenos.
Prismas y heliotropos sacudiendo en una casta
el torpor microscòpico donde saetas y cartones
invaden esquinas.
La vida integrada por cultos de ceniza vuelve
a sus màs misteriosos origenes.
Tradiciones entre piràmides con el sonido
de las palabras en un labio, llenando de exodos
sus cartulinas.
Almanaques desvaneciendose en una psicodelia
de panales nativos, dorandose entre
destellos infrarrojos.
Escalas en un zocalo elaborando
pròlogos de fotosintesis para las hordas.
El otro lado de la hierba es un peso.
El pez sigue a una luna llena de prismaticos.
En los jardìnes se ovalan los acidos.
Serà asi hasta la proxima primavera.
Es decir hasta que las siluetas de los sabuesos
en los parques sean alcanzados por
millones de cadaveres.
Regados por el aceite.
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