jueves, 27 de octubre de 2016
Solsticio de Sueño
Cada ilusiòn pertenece a un atomo. Cada hoja es
un lenguaje antediluviano de raices
incursionando en los tejidos de un hemisferio
donde las catapultas desnudan el hambre de
un solsticio.
El dìa se ha sumergido paralelamente entre los
sortilegios. Creo que cada quien sobre la tierra anhela
uno que pueda ver trepar por las raices del universo.
Ello a modo personal es menos que un titulo.
Cada iòn es una celula.
Pero ello no es todo. Sòlo es parte de un
absoluto que camina detras de una que otra
trascendencia, ceñida entre auroras
bordeadas por membranas de plastico y vientos
de cera.
El universo atraviesa esos vientos de cera.
El universo recoge mañanas de plastilina en que la
brisa es un antecedente del prado y en los manuscritos
sòlo una silaba es quien recoge de los prologos
zodiacos grotescos.
Cada ilusiòn es un àtomo. Sòlo una palabra.
Sòlo una especie de espìritu
entre la naturaleza porque asi escribiò el verbo
desde lejanos tiempos en que las
cabelleras
colocaban azulejos en los goznes y todo aquello
que pronuncia el verbo alcanza la realidad
de los higos, igual que una manzana una mañana
de pregones.
Primaveras de capitulos y veranos que invernan.
Solsticios de muelles que anuncian las aletas en los
picos de una gaviota. Ejes transformandose en palacios
donde un minuto cercano a la niebla toca puertas
que hablan de intermedios y de espirales de
niebla en las torres.
De vertigos.
De conjuntos antiguos como el hambre de un
solsticio.
Antes de transformarse en sueño.
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