jueves, 13 de octubre de 2016

La Dialèctica en el Verbo








La noche llega acompañada de un rostro.
La luz sobre el àrbol identifica el plano de un 
cuervo; un arco en sus alas despliega el
reflejo del humo.

Sobre toda superficie algo semejante a lo verosimil
descuelga una lampara.

Entre las linternas un discurso de nieve mantiene
las hojas y sabuesos en el interior de un sacrificio
adherido a los huesos.

La mente naufraga entre acantilados donde
era purpura el matrimonio de los hilos.

Las escamas recorren la anilina de sauces
emparentados con lo ciclico.

Aquellos que son rehenes de las bocinas
agonizan entre lucidas embajadas de frìo.

Serpientes de brea en las alcantarillas
de un invierno sepultado por talismanes.

Manchas de aerodromos y tormentas de helices
donde los molinos despiertan sus espejos.

La noche llega acompañada de un arpa.
De un tridente.
De un conjunto de radares con invisibles cataclismos
y enigmas semejantes al relieve de una maquina
rosada.

La existencia es de cascaras en ella y dormitorios
donde las lianas defienden una melena
de naipes.

Ciclos como la diversidad en el higo.
Muestras de horizontes que tejen una caravana
de lechuzas oprimiendo un astro.

Lenguas negras de plastico en uno de los
balcones, anuncian los paises de una alborada.

Emergen los archipielagos con una esquirla
en los parpados o algo continuo
que llega de la elasticidad.

Y hoy -desesperadamente- llama
diversidad a un velo.

Al espìritu de la dialectica desplegandose en 
sus verbos.







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