martes, 4 de octubre de 2016

Hemisferio de Imanes






El bosque duerme en una cresta.
El mundo vuelve a ser dorado como las brùjulas
y diagonales.
Cartas de sueños abrazan una eliptica.
Los hombres en la arena buscan los cristales
de los astros.
Estaciones de vidrio en un calìz
persiguiendo corzos de porcelana.
Hemisferios de yodo borrandose entre los 
edificios; cada uno lleva una peninsula diferente.
Longitudes de arena sobre mèdanos invertebrados.
Mamìferos que a travès de la luz rozan la escencia
de un trineo.
La vida dilatandose en la existencia para 
ser alcanzada -tarde o temprano- por la muerte.

Se desmembran huellas de antilopes en el punto
donde es acariciado un tropico.
Se desmembran terrestres inocencias de primitivas
ciudades, donde el otoño se perfilaba entre
clanes.
Lazos de iridio en una fotografìa ofreciendo
iguanas de petroleo.
Herraduras de pàjaros contrastando entre monumentos
a las lianas.
Estructuras de limbos un atardecer en que
los kilometros del sur son dorados.
Huertos donde los velos sòlo despiertan a los
jabalies y el hidrògeno no puede continuar
la obra de la cera en la arena.
La obra de la cera en 
la espuma.
En los pliegues parecidos a los iones.
Ebrio de flancos y ciclicas revelaciones.
Tomadas del oceano por una
estampida.
Una que no es azul ni infinita.

Y sueña, sueña en un crepùsculo de astas,
bajo un hemisferio de imanes.















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