sábado, 8 de octubre de 2016
La Religiòn de los Dados
En cùal de las direcciones este mediodìa
en que los helechos acechan con un maravilloso
crucifijo en el pelo a los astros.
En cùal de las incrustaciones, donde el amor
es una cantera ideal donde agonizan las uvas hasta
la llegada de una primavera.
En què idilio con forma de cometa en una calle
que toma escencias de un baul
con la intenciòn de llevar al equilibrio
una sombra
ensimismanda en sus bicicletas y bozales.
-todas las palabras llevan incrustados en su
espìritu bozales-
Todas descienden del cobre.
Y todos recogemos una reencarnaciòn y cuando no,
el pliegue del ala como un indòmito carbòn
que se desarrollò durante milenios en
ellas.
En cùal de las idolatrìas o las ballestas que
juegan con el soplo junto a un ovulo que peina
seres amarillos en la arena.
Porquè esos seres amarillos deletrean y enumeran
en los pifanos, la suerte de la lechuza y el equino
con supuestas silabas hundidas en las motocicletas
por un rinoceronte.
En què clase de escrùpulo vivo, con indicios de
yodo y especulaciones donde la distancia es sòlo
un referente -quiza- de lo hiàlino.
Pero què es eso hialìno ahora que el rasgueo
sube por una temporada de bronce en las heridas.
Què es eso entre las metàforas inundado
por el barro.
Pero todo barro es sòlo una forma de la
transparencia.
Y no hay celula en ese barro que desnude los
faroles hasta acariciar una medula, llena de inmensas
linternas.
De inmensos prolegòmenos situados en una època
colonial y mediterranea llena de hienas.
Donde sòlo la poesìa arroja una y otra vez
sus dados.
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