lunes, 10 de octubre de 2016
Algunas Palabras
Algunas palabras viven entre nosotros.
Conducen cascaras y vigas. Legañas y travesaños.
Inviernos de pelicanos desprendiendose de
una marea. Me pregunto cómo evolucionaron
en esa marea. Cómo lograron desprenderse
de ella. Ello parece asunto de tejidos y
epiteleos. De avenidas en las cuales
para cada sombra existe una extraña revolución
hecha de escamas. Pregunto nuevamente
Cómo es posible que una revolucion esté hecha
de escamas. Eso es algo esta tarde sin corolas
ni respuestas. Asi debe ser.
Algunas palabras avanzan entre las aletas como
una mañana de cenizas que intenta llegar a los árboles.
Estuve a punto de reconocerla sentado en un
bosque del hidrógeno; tal mañana llevaba además
un mandamiento en sus labios. Estuve -lo reitero- a
punto de reconocerla. Pero no pude.
Algunas. Un teatro comunicandose con las ojeras
descubre en las regiones de esas palabras los adagios
donde el enigma es un suburbio
exhortado por los pliegues.
Un teatro con revelaciones que llega a ser medida
inexacta de heliotropos, uniendose a un jardín inundado
de teléfonos y marchitos telescopios.
Algunas palabras viven entre nosotros.
Existen aquellas que giran entre otros movimientos.
Ello pareciera algo que está unido a los idilios y
lo tragico. Y toda palabras no dispone mucho
tiempo de la luz para que su lucidez
se despliegue sobre aquella naturaleza que posee el idilio.
Ni en las interrogantes que en cada una de sus
primaveras eleva lo trágico.
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