jueves, 8 de diciembre de 2016
La Hierba Hecha de Lamparas
La hierba está hecha de lamparas.
La linterna es de nihilismo y cubre el horizonte igual
que un atardecer primitivo; organizado por
nombres de diluvios.
Las grietas se arrastran en un coso de piel
incendiado por la luna durante la imaginación y radas
de papel en el agua, sostienen que allí suspendese
un travesaño, una soga, una laguna que no será
ensordecedora esta vez al mostrar un moluzco, pero
igualmente tendrá un cisne en sus legañas.
En sus cascos. En su roja inercia que es también
violeta y maritima en uno de sus ángulos.
Ascienden idolos por el vapor de una mitología con
casos de formas boreales en sus zocalos; sus figuras aún
parecen episodios de constelaciones.
Sus figuras aún rasgan los árboles. El sueño donde
despierta una hipotesis. La alhambra donde se encrespa
el limbo
y la fosforecencia de una hipotenusa con heraldos
en sus sienes amarillas; absolutamente escarchadas como
un lirismo silueteado por un aliento de nervadura
en un soplo.
En una cupula. En un destello donde el gorjeo avanza
hacia los médanos con una jabalina.
Con misteriosas galerías de barro que encierran en
sí, campanarios de aceite.
Dirigiendose hacia coyunturas de polen.
Hacia cinismos de trigo.
Donde se ahoga el agua.
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