sábado, 31 de diciembre de 2016
Docilmente Ancestral
El dìa pertenece a las hojas.
Al aliento en el mar.
Al perno en el helice.
A una lonja de hierro en el barro.
A las cortinas de bronce en el interior de un
hemistiquio, cuando algunas cosas entre las silabas
logran ser propulsadas.
El dìa pertenece a esas luces como una emanaciòn
de un brillo golpeandose en las piedras.
En los cascos de los astronautas.
En el incendio del mundo enquistado en la mandibula
por un arete.
Por un sol de fluor.
Por canteras de serpentinas igualando el paso de
los nomades en los crucifijos.
En las llamaradas.
En las sienes del corcel que une trapecios por la tarde
cuando los crepùsculos leen diarios de inauditos
pelicanos.
Cronicas de veletas y alamares.
Epistemes de cenizas y lumenes de alambre.
El dìa pertenece a las hojas.
Se ha hecho morado en el verso.
Docilmente ancestral como un ladrido.
Buscando regresar al hocico de los perros.
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