miércoles, 14 de diciembre de 2016

Criaturas Presilàbicas





La hojarasca junto a una linea.
La naciòn de buitres al final de un punto en ella.
Una expresiòn donde el polen camina por las superficies
del agua como si fuera todo. Y la imagen de ello
bastara. Pero no es asi. En realidad ni siquiera
es el principio de una metàfora.

El verano con sus dotes de plastico en una cortina.
El verano con algunos añiles propios de lo hialino y del acido
en los rumores del azufre, cuando el dìa acaricia
las fronteras y los limites de hidrògeno.

El navìo puramente de hidrògeno en las uñas.
Las estampas de algunos jeroglificos en las cadenas.

El enjambre en la arena dormido entre la continuidad.
El soplo de los màstiles juntando asteroides en una gota de sal
donde se desprenden secuencias de estambres y giros
que encaminandose a un timpano, se incrustan
en un orden de criaturas presilàbicas; las palabras
del odio o del amor en ellas.

La hojarasca, como si reiterandose
en un poema volviera a un principio de alquimias
en los cofres o pròlogos.

Como si sus tripulaciones adquirieran el vicio
de los limones entre agujas de cartulina, donde el espacio
agita una reencarnaciòn de sepia.

Entonces miramos el papel.

Y llegamos a creer en èl como si miraramos el oceano.





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