lunes, 5 de diciembre de 2016

El Alojamiento de la Celula





Tempranamente el sol en las calles ilumina
sus idolatrìas. Sus ventanas de vidrio en las azoteas.
Los confìnes de cemento que tras una primera mirada 
poseen la apariencia de toda ceremonia; la 
mirada en este momento empieza a transformase
en carbòn. Yo pregunto al carbòn seguidamente.

Muy temprano el sol empieza a convertirse en una
alevosìa. En los calendarios a base de culatazos.
A base de suburbios que describen inutiles horizontes
en los parpados.

Luego se crispa un circulo.
Una medalla de sangre que cifra los alrededores.
Una campana que es una prologo.
La silueta de un marginal junto a un helicoptero de
zinc; no hay helicoptero alguno que lo sea.

Lenguajes muy cerca de opuestos con crestas y dialècticas.
Pensamientos de liquidas constelaciones de helio en las 
superficies del sol. Asonadas de hierba en los telescopios que
cuelgan. 

Rituales para una corola en un amanecer donde escupen
los pàjaros. Ritos semejantes a depositos o lunas. Hilos que
dejan de ser estilizados por panoramas de hule
donde los rascacielos elevan un corte, un trazo que vuelve 
a juntar protocolos de polen en un àrbol; allì una
colmena sacude su existencia que es a la vez
un exorcismo; no todo exorcismo es una
existencia.

Tempranamente el sol no puede digerirse a si mismo.
Es como un reloj que duerme encima de los barcos.
Una luz paralela en la memoria. 
Un amor que cruza nuevamente algùn apocalipsis
de hierba. Algùn nucleo de barbas.
Una caravana de liricos leprosos con peines.
La esquina rubia de una tijera.

Muy temprano el sol en las calles muestra de manera
dogmatica sus metamorfosis.

Sus epistemologìas con carne. Sus alojamientos
antes de la llegada de las celulas.

Asi ha sido desde siempre.

Y lo hace antes que algun ser sobre la tierra se
convierta en alga.







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