Los animales visten de verde.
Es una oraciòn iluminada por la arena
cuando ello acontece.
Es un suceso acucioso y mortal en las venas
del tiempo. Aquellas por las cuales observan los relojes.
Aquellas cuyo destino forma civilizaciones ajenas, clanes bajo
la luna. Mafias y purezas de soledad.
Volumenes siniestros entrampan nuestra sombra
en esos inviernos. Sepultureros de polvo y ceniza,
arrebatando un pedazo de inspiraciòn y revelaciones
creando adivinos y golpes de poros
en el aire
cuando èste llega al cèfiro
con tipologìas de arquetipos transparentes
entre latigos, goznes donde armamos
nebulosas y griales
dentro de lo arcano.
Un mamifero los mira. Alejado del plural
recorre los vestigios de esa contemplaciòn
incendiando la vida.
Un mamìfero los sueña.
Cartòmàntico y lirico en el poema.
Colindante entre yelmos
al vèrtigo de una coraza.
Donde algo que sòlo ofrece un soberano lamento
nos arroja a nosotros.
Con la magia de un astro maniobrando
con violencia
en los alfabetos
de las definiciones.
Guillermo Isaac paredes mattos
sábado, 20 de noviembre de 2010
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