lunes, 22 de noviembre de 2010

La Otra Dinastía

Este poema está dedicado



He visto un universo demasiado rojo y en él
vírgenes de sangre.

De ese mundo sólo los muertos siguen colgando
de una hoja, como descendientes
de otra dinastía
abriendo presencias
en el aura.


Y tù sabes que eternamente soy nada lejano
una formaciòn de aire amenazàndolo todo,
con su absoluto de àcidos
e hipnòticas ventanas.

He visto en mi corazòn ese momento que pierde
la conciencia del espacio.

He acariciado la muerte de esa conciencia donde el espacio
era mi espìritu.Lo he perdido todo. Las cosas no duràn,
-màs que leves-
son instantes talentosos de astros,
esos desenlaces quer hoy oprimen cadaveres
y como no, sepulcros incendiando
los mechones del dìa.


Dentro de este bòlido, cabalgan luciernagas
borrando siluetas hasta convertirlas en penumbras
yo no busco precedentes, tampoco giro al mañana
sòlo quiero una vena, tal vez dos que quieran apagar
una primavera en pàjaros de azogue
y estrìas de veneno.

No busco, en cada inspiraciòn decir creador para mì
es la voluntad de invalidas sepias. Yo dejo que
mueran en un pino o la fiesta de un sacerdote
humedecido por los estùpidos
de una cùpula
del buitre màs alto en la llamarada
y con esas menciones
rozo capitulos, protocolos
donde el tallo dirige su escencia sin lamentarse
y bajo un oràculo existiò un tremante
como algo embarrando su corazòn de
cementerios.

Toma uno, sentemosnos en una de sus làpidas
y adivinemos la vida que esconde el nombre
de ese muerto.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

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