Monstruosos los cèfiros.
Monstruosa mi poesìa que nunca podrà salir
de ella misma.
Abominables visiones que el alma deja
en interiores de pèrgolas.
Atroces mis caminatas.
La mariposa de piedra y conturbenios
asumiendo empalizadas de paises de brea
como si todo estuviera hecho de
asfalto.
Lacrimògeno el sueño, que cubre la memoria
mientras èsta pudo haber caminado
a otro mundo.
Menos lacrimogeno obviamente.
Menos obvio.
Y yo llenè mi corazòn de evidencias
recoerriendo ambientes
inservibles y venenos trascendiendo
como una leyenda
en los mitos de una etiqueta.
Monstruosos los cèfiros.
Mi poètica vida, con la cual ni siquiera
aprendì a amarrar mis zapatos.
O cubrir cada uno de mis pies con
una media.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
lunes, 8 de noviembre de 2010
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