Escribo de la arena.
Alguien ha pisado sus àrboles.
Algo atravesò sus sentimientos y con cisnes
de agua arañò el remordimiento invisible de
sus clepsidras.
Eramos piedras.
En ese tiempo eramos piedras.
El preterito de un mundo cuyos descenlaces
proferìan maravillosas tierras
de carne.
Acidos de luna.
Escribo de la piel.
Bajo ella los huesos separanse de la realidad
mientras el ajedrez de las venas
vuelve a otoñar
como un cuervo.
Y semejante a los dioses
se deja aplastar
por superficies
de arena.
martes, 30 de noviembre de 2010
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