miércoles, 16 de noviembre de 2016

Los Hilos del Diluvio






Recuerdo palabras que terminaban en una raìz.
Palabras abriendose como criaturas u organos.
Finos animales de brea semejantes a un preludio.

Palabras sedentarias cerca de un abismo, donde
los planetas regresan preguntando por sus arañas.
Por sus islas, por sus historias de polen desde
la identidad de un verbo; colocado esta vez en las
encias de profundos lagos; esos que nada tienen
que ver con las ruinas.

Son palabras con menguantes o perdigones.
Ciclicos cilindros tejiendo la voz de un reloj, el
sonido de una mejilla, el indicio del trigo con
referentes siderales a cronicas y leguas
en un amanecer donde algunas cosas
iguales a la lluvia poseen una marea.

Recuerdo palabras que son la realidad de un
ser por el alba, cuando las profecìas dejan un
martillo en la niebla. 

Liquidos sonidos inundando dormitorios.
Capacidades de leche en un sol dotado sòlo
de imanes.

Veo historias regadas por el bronce o 
una caracola que naufraga en las sienes
y palpita entre gimnasias de àrboles con una 
efigie.

Algùn grito, la corona de un àngulo sucio en
los nucleos de algo crepùscular, encerrado en la
vida, como una inmensidad que alcanza el 
silabeo o deletrea, junto a un amague extraño de
estelas que no son contemporaneas.

Recuerdo una palabra en el centro de una imagen
donde los contenidos descienden de las 
reencarnaciones hasta percibir una cascara.

Un molino cuya identidad determina un baul.
Una galera que oprime un manuscrito.

Rodeada de pensamientos que eligen sus 
hilos en un diluvio.






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