martes, 22 de noviembre de 2016
Camino de las Selvas
Uno escribe de un dìa que puede ser una fiebre.
Un dìa con algunas marcas de arañas en el higado
y en los pliegues del estòmago. Con
datos de fibras y antorchas. Con escalofrìos y
porque no, con particularidades.
Cada quien escribe de las cosas que viven apiladas
o las ciencias del hambre en una vereda,
donde los puertos estàn compuestos de murcielagos
e hipotenusas.
Todo ser en el sueño concibe una llanura.
Una rama sumergida en el pecho con algunas operas.
Una radiaciòn donde se sobreentiende que si
nos exponemos mucho tiempo a ella
sucederan cosas en la piel como el acento del
mercurio. Como un trafico de acidos
y cuellos que traeràn lejanos
estereotipos. Alguno de esos estereotipos
constituirà una alambrada.
Todo ser describe sus cines y los perimetros
respectivos de sus ojeras.
Sus ensenadas con galgos de barro, sobretodo con
galgos de barro que regresan de una pira
y creen en la lucidez como la identidad
de un himno que devora pelicanos.
Que es adolescente.
Que toma cenizas de una manzana.
Que detalla simulacros que derivan de los
aeroplanos.
Que duerme voceando eventos que explican
la existencia de una mesa
màs allà de la luna y sus medianoches.
Uno escribe del dìa y ese dìa puede ser
una fiebre.
Camino irremediablemente de las selvas.
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