jueves, 11 de octubre de 2012
Subjetividad de los Tritones
No tengo los mismos tiempos ni las mismas claviculas.
Nunca he dormido encima de los trenes y mucho menos
viví aguardando la esperanza en uno algún pubis.
Ello pertenece a los extravismos.
A los menguantes.
También pertenecen a la arena
Al brillo solar si los entiende
A lo más contemporaneo si aprende a desdecir.
Desdecir es la imposibilidad de tomar una carta
De saltar a un dirigible con un asta
Mirando el limón o un río
desamparado y fresno
ubicando los lampos del día
oprimidos por noches de
lenguaje.
Pareciera que todo lo debemos a la palabra.
Que nuestra existencia no fuera la vida
sino tuvieramos el pensamiento
encerrando en una mañana
donde todo lo que fracasa
en la necesidad voltea su cara
para encontrar la nuestra.
Visión del indicio ortodoxo,
ayer con la cosmogonía, el trance recogía
un jínete, una especulacion donde el espíritu
suspende expediciones de gelátina
sonatas de aceite
balisticas encopetas como el amor
el anhelo junto a la avenida del planeta.
Aquella que pudo inventarnos una vez.
La que dió a nuestra fantasía la psicologia del cuadro.
El escapismo de cuatro puntos cardinales
hundiéndose en la espuma.
Y para que jamás se borren de esa fantasía
recurrimos al nombre
y asi no olvidarlos.
Lo único que pude decir de ellos
es que no eran nada más
que espuma.
Por ello los llamé tritones.
Guillermo Isac Paredes Mattos
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