jueves, 25 de octubre de 2012
La Adolescencia del Sargazo
Existe una tristeza.
Es triste como una arboleda.
Allí está sitiada mi lengua. El principio
de su saliva con una palabra. La historia de
su sed libada en el fuego.
Hoy debemos ser asonantes
con esa tristeza.
Escencialmente si es.
Y si asumo que si es, de alguna manera
coincide conmigo - sin necesidad de nada,
sin necesidad del caos- estos son grandes naipes que
podemos dejar sentados en una borda
tejiendo seres de mar
si tocan alguna vez
el agua.
Yo prefiero lo sediento.
Para ello hay que tener en cuenta lo siguiente:
El cielo se mueve según los péndulos
que viajan en la luz de un fluorescente.
Una luz arruinada
para el objetivo del resplandor
una luz que aún comprende
saetas de llamaradas.
Pero comprender no es oirlas.
Yo, de tanto intelegible hundí la conciencia
donde los bácilos juegan con un trompo
y la claridad
llega a la piel con una fragata
donde respiras
persiguiendo,
sensualizado en las botellas de las cosas,
con saetas de iris
o letras latinas, sobrehumanas
dirigiendo el trafico mortal del ácido
en la adolescencia
del sargazo.
Guillermo Paredes Mattos
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