sábado, 13 de octubre de 2012

Rango Iniciatico de los Estadios








No hay necesidad del rìo para extasiarse.
Sentir que èste u otro es el momento
en que nos desvaneceremos
tàcticos y religiosos
como un
equilibrio.


Es impostergable, sumirse en un universo
donde las dimensiones nos narren
la historia del lirismo
aquel sentado en la albufera
con una
cabellera de acero
en sus libros
aquel que nos diò  extravismo tras otro
hasta que finalmente logràramos 
negarnos.


Indispensable que las afirmaciones 
salten del vilo al tìmpano
con un violìn de pàjaro
en la costilla
y una aurora de espinas
arrojando al hombre
el seso de nuestras
praderas.


Es de noche y la voz es un salto.

Una medida que ilumina faroles
mientras se forman.

Una practica con la adolescencia
de una ruleta en las 
sienes
cuando al igual que en una herida
el gusto por la realidad
es proporcionalmente
sanguineo a
nuestras 
palabras
a todo lo que habito en ellas
con inusuales ferias
de actos
y monoplazas.


Es ardiente
Como lo ardiente doloroso
Empezar bajo lumbres que desatan estadios
dispararle a nadie
acribillar la lengua
desbaratar un eco lejano
de espirales terrestres
llorando sus vòrtices.

Es ardiente, lo digo
Cadmio de arreboles, temas de borrascas.

Literas de barro que nos esperan
con un verbo en sus uñas
y nosotros
el augurio de una ciudad en latìn
secretamente
bordada.



Guillermo Isaac Paredes Mattos






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