jueves, 11 de octubre de 2012

Crispaciòn junto al Mar y los Crepùsculos







Hemos llegado al mar sin que sus aguas 
pudieran notarlo.

Cubrimos su superficies con nuestra soledad.
Una soledad que podemos llamar nuestra.
No toda soledad nos pertenece.
No toda soledad nace de la piel ni empieza 
su camino en el apogeo 
del dolor.

Un dolor que sì podemos llamar nuestro.

Que podemos elevar como en un mito
cuando sacrificamos una runa.

No todo oceano...

Porque tampoco cubre los sentidos con el temblor 
de la magia al conocer un hombre.


Conocemos el mar sin que pueda escribir 
una palabra de nosotros.

Somos màs navios que los barcos y sus
màstiles buscando direcciones 
bajo una proa.

Individualmente nos acusamos cuando
silenciosamente nos despedimos
de su aliento.

Surge el arrebol entonces.

Barre el crepùsculo todo aquello en que creìamos.

Y las puntas en nuestros ojos
son ahora rojas como
un muerto.



Guillermo Paredes Mattos



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