domingo, 1 de agosto de 2010

ImaGENES

Imágenes del Verbo

Por iniciaciòn y estilo del mar con la arena.
Por obra de la obra y el texto en medio del principio.
En los manantiales que ahoga el poema para ver la hoja.

En los àrboles, en la naturaleza del agua sobre los elementos,
en el viaje del ciclo cuando no es escencia
y los laberintos sobreviven con la misericordia de un templo
rendido de noche al santuario.

En sepulcros de verdes herencias.
En la morgue de una cumbre con mi beso, aquel que
trepa de noche por los craneos para verme,
con ese fetichismo que dice en la nieve
su sentencia de esquirla, su imagen de polvora
y algun destino, cubriendo margenes en las cenizas del polvo
pues allì no hay sitios para auroras.

Y la sangre derramada
desciende del crespusculo.









Juicio del àrbol


De la noche decir es virginal estambre que conoce y
desconoce virgenes y ruinas de cera.

De la noche los yelmos memorizan escudos y es posible
una memoria que sensibiliza su estuario
para encontrar su idea.

Hasta el remordimiento cruzando el indicio es inedito.
Hasta el menguante que amenaza la luna es de odio
y la ira es estètica, màs estètica que la silaba unièndose a otra
evocando mensajes de venganza y desprecio.

Y en esta ciencia sin fe, pero ensueño
de liricas figuras en los laberintos,
no hay mas mitologìas que aquellas boreales
convirtiendo en superficies lo atroz
en mal del viento la belleza
y su profecìa de color sagrado
rindiendose a la ley y la liturgia.

A los nombres del halo.
A la proporciòn terrestre de un cuerpo,
de una sombra con su sombra.
De una provocaciòn que viaja hacia lo temerario.

Cuando sòlo dios es profundo.
Pero menos profundo que el hombre
y su mano.









La Cúpula del Helio


Hay una figura que el oceano no ha elegido.
Hay un parpado de estrellas que arrojan epitafios.
Hay lineas de avutardas que encierran a un grillo
y lo condenan a quedarse ciego por la tarde
cuando el sol es de arena
y la ciudad una parabola de humedad
y hojas secas.


Existe la corriente de extinciòn en mi boca.
Mis ojos despreciados por propios neologismos
cuando definir no es cosa de arte
ni de lo divino.

Y es tan efimero ese momento que
paralizado en el estro, doy fè de universos a mi
lado creados por cenizas,
por brillos nefastos y crecientes desastres
que arrojan un dado a las mareas.

Y como si fuera un niño entrego mi vida a ese juego.
No porque sea universal.
No porque su apariencia ignore en la lluvia lo eterno.

Es sòlo un invierno en su garganta que llama
por mis lados.

Una pregunta y una conmociòn, en la lineal
conversiòn de mi ser que responde,
sin saber ni tener una razòn que se presente
a la voluntad de esa aguja.
con la voluntad de la soledad cuando ama
el desierto.














El corazón de la Torre


Si afrodita no se derramara debajo de la luna.
Si apolo no se uniera a la muerte desde metàlicos estambres
llenos de corolas y silos, empeñados en resurecciònes y puñales.

Si desde el amor mercurio no caminara en mi boca, con ese
estilo de la soledad en la lengua, cuando mi grito
despierta en la madrugada otra vida,
una criatura que no responderà pùes la creaciòn
es sagrada cuando arrastra inteligencia al olvido.

La vida es obra dela naturaleza cuando no responde.
Responder es recrear la obra de una piedra
desde el carbòn, a veces desde algun diamante
y entonces el misterio es travesìa de astro
en un lugar profundo, sobre todo profundo,
quebrado por la apariencia de un ciego por la aurora
incendiando las cupulas del miedo en un cuerpo.

Vano el estilo de toda ceremonia, vana la visiòn
caminando del lecho a la mesa, yo hablo de estrellas
que nunca regresan al lenguaje,
yo canto a la definiciòn porque amenaza ese lenguaje
convertido en oraciòn o liturgia por un hombre.

A mì no me engaña el olor de la metafora.
A mì no puede separarme el vidrio del estilo.
La obra no existe, es una trampa de la cultura para detenernos
para que la poesìa piense que todo ha terminado.

Pero uno mira los àrboles.
Y ves como la muerte devasta los pàjaros.

Y vuelves a la esperanza de que todo no ha
terminado.


© Guillermo Mattos

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