Ardiente Veneno
Poseo una hoja, eso es todo para mi corazòn.
Con un sentido superlativo del aire
y la miseria
reconozco su signo eludiendo
la sacudida que mimetiza mi aquelarre.
Quisiera, a veces quisiera
que la lìnea se alejara
para conocer de que manera
su universo se inspira
en este yelmo de escrùpulos
cubiertos de nausea.
Pero soy tan humano.
Que a veces - como ahora- me sublevarìa
ante ello, para notar que no fue
la hoja lo ùnico que decidiò mi vida.
Acercarme a ese revolucionario llamado corazòn
rebelde eterno de las causas perdidas
de las derrotas
de los màgicos desastres.
Pero desde esas hojas
las palabras han detenido su vida
para observarme.
Y eso se convierte en màxima
que retumba en los arboles
humedeciendo el idilio de fuego
enceguecido por su propio sueño.
Desde esas hojas las
palabras han conquistado mi mundo.
Y yo he perdido mi vida
para siempre.
Guillermo Isaac Paredes Mattos.
miércoles, 4 de agosto de 2010
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