miércoles, 4 de agosto de 2010

La Belleza Sagrada.

Poema




Estuvimos tan cerca de la belleza.
Vivimos a la deriva entre sus gemidos.

Sus latidos llegaban hasta nosotros que incluso
podìamos compararlos.

Y llegar a la comparaciòn incursionandola
desde la belleza es crear otro orden.

Una ley ancestral sòlo para nosotros.

Ofrecimos los los nombres màs extraños
para su corazòn.

Escrìbimos sobre su espìritu incluso
aquello que el mismo no esperaba.


Vivìmos tan cerca de su lenguaje
que llegàmos a ese momento donde
nada puede decirse.

Ahora,
la existencia es un viento que en toda
noche enmudece y percibimos que acercarse
a su imperio
implica el riesgo de ser devorado
por sus astros.

Porque no conocemos sus constelaciones.

Esa es una visiòn que nos habla
cuando caminamos, cuando somos uno y otro
en un cadaver.

Aproximanàndonos despesperadamente
a las sombras.

Pero estuvimos tan cerca de la belleza
que nada queda para nosotros
sino ir desbaratando lo que arrastramos
impreso en el alma
como simbolo que otros hombres dejaron.

Y Nuestra cita es con lo lejano.

Somos cenizas de algo que tan sòlo se vislumbra.

Algo que nos abre la puerta, pero nos dice
que al cruzarla, nos pertenece la
maravilla o la desgracia
que esconde la oscuridad de
ese cuarto.

Aquello que como un tormento resplandece,
el ìndice de un racimo de llantos
recogiendo las ventanas de un amanecer
desde el cual se deviene
en una pulsaciòn que en todo segundo
te arranca por pedazos eso que
creìamos nuestras heridas.

Porque vivimos engañados pensando que nos
pertenecìan.

Que por haberlas cruzado tenìamos
el derecho de llevarlas en la mirada
como un arrojo de desvanescencia.

Digo creìamos.

Porque siempre hay otras.





Guillermo Isaac paredes Mattos.

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