miércoles, 25 de agosto de 2010

Demonio Elemental

Demonio Elemental



Una catedral de escarnio.
La espuma del follaje para saber que caminamos.
Que recorrimos el sol buscando el desierto.

No existiò otro universo para ser concebido.

Nuestra flor fue de hìgado.

Un personaje nèuròtico en una frontera,
ebrio de angeles, religiosamente impregnados
de civilizaciòn, una parodia en latìn sobre
la forma, asi, morfològico el pecho
morfològica la nube, hermafrodito el gènero.

Sabiamente el poema degenera.
Evoluciona a la intimidad de un sueño granitico
en los hombros.

Yo tenìa antes de ello, mis huesos esparcidos
por la tierra. Sòlo la poesìa lograba unirlos.
Tenìa mi piel llena de fabricas y chimeneas.

Fue una imagen quien arrancò ese yugo.

El corazòn de otra soledad desamparada y lògica,
simple y desmoronada.

En ese enfebrecido sudor de afodisiacos
cuando es sexual
cualquier velamen literario
los dirigibles de virgos apuntan a la seda
de su creaciòn extraña y bajo esos nùmeros
es destripado el calculo
el habla al ser coagulada
la entraña viajando en sòlo notificaciones,
entre advertencias eternas
a una fragata de hombres.

Y como un profeta de la propia soledad
se vive.

Y recogemos el ensimismamiento del pètalo.
El inasible tallo sin heroicidad.
La clandestinidad de un sueño.

En esa patriarcado de la nada buscamos al poeta
al arte del aromàtico estallido
persignando su don
sembrando verdes misericordias de demonios
y relampagos.


Pero aquellos espìritu.


Aquellos precediendo a las
galaxias.




Guillermo Isaac paredes mattos.

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