La Tradiciòn de la palabra
He abandonado hace siglos mi nombre en
una pàgina.
Indiferente y de àngulos planos, cierto
vibrar como el agua tocò mi corazòn.
Por ello, ocasionalmente digo alma,
las palabras son como los seres,
agonizan si las tocamos demasiado, si abrimos sus heridas.
Las palabras son como los seres.
Y
no digo siempre poema
Todo lo que escribì es la criatura
de un diàlogo que abre la noche para sentarse
entre comillas con el nombre.
Leer sigue siendo un vaiven. La exacta confusiòn.
Es creer que se habla sòlo de nosotros.
Como si nuestras vidas fueran importantes
para aquello soñado por la palabra.
Y esta no sueña nada, todo lo adquiere,
lo toma, decir, para ella es desesperaciòn.
Un terrible soplo.
Un soplo que estaba en manos de la nieve -poseìa el secreto-
pero el trueno del verano
lo condujo al oceano.
Un secreto que sòlo es presagiado en el mar
el mar asume que es la ùnica espina
para su vida y duerme con esa eternidad.
Una esotèrica eternidad en su alma.
Y el oceano no se toca, quien va a èl asume
el riesgo de que su profundidad
ha de arrancarnos todo.
Pero no hay oceano que lleve unido
a ese secreto, un libro de griales y azucenas.
De follajes donde el limbo frota el timpano
de algo sagrado. Jamàs lo veremos.
Debajo de la tierra, la ediciòn de esa tempestad
juega en criminalìsticos volumenes
de semiòticas ramplas.
Por ello sombrea el nombre.
Mencionale a la palabra que cada dìa
es un verbo y no una letra.
Recuèrdale que no hay necesidad de
juramento alguno para hallarse.
Pero sobre todo recuerdale que asi como
hay hombres que agonizan en la realidad.
Mi vida la hace en una letra.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
domingo, 22 de agosto de 2010
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