lunes, 20 de septiembre de 2010

Los Santuarios Misticos

Llevàbamos replicas pero no como predecesores.
No presagiabamos nada, mas, èste lenguaje
se exponìa a que el abverbio
fuera lanzado olìmpico
a esos personajes que caminan
llenos de miedo entre la lluvia
y fuselajes.

Entonces dejamos que el fuego dejarà de hablar
bajo nuestras pisadas.

Supimos que su llama ya nada podìa decirnos.

Se habìa comvertido en evidencia de
la cual hablaban los buhos.

Pero no se inspiraban.



Se suponìa que cada pestaña
podrìa devorarlos.

Que la visiòn desde esa insomne cita
los sumergirìa en làpidas y los
suburbios dejarìan su fè a exègesis
y dios desciende de la nebulosa
para aprender otra vez en las palabras.

Ya no se trataba si en un principio
el verbo habìa tropezado.

Ni,extraño en la espuma cojeaba como
una lìnea cuando en el texto
la creaciòn no puede acabarla.

Y a falta de argumentos
nuestro promedio con el acero
es semejante a un huno que ensortija
en las veredas, oroficios de perlas.

Dijimos una vez y otra lo mismo
para que la mismisidad supiera mas de nosotros
que la creaciòn y nos envolviera el mundo
desde sus deliciosas religiones
y ya sabemos que toda religiòn
cae en los sonidos del hombre
para que encuentre uno.


Espìritualmente uno.

Misticamente uno.

Que sin cabalìsticos sesgos
la atraviese.





Guillermo Isaac Paredes Mattos

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