Pido un artificio para mi ciudad barrosa.
Para un ejercitarme svastico
doblado por la claridad
por un extravismo de piedras
y un cartilago apartàndose del ciclo
en las màquinas,
del vidrio en las poleas.
Tambièn un prostibulo de dèdalos
donde el semen haya edificado
su ùltimo hombre y el lenguaje suene
como una sensaciòn,
como una libertad generalizada
y lo impropio de cada habito,
de un brillo,
con nosotros estos han caido en imagenes
de tigre
de azogue constelado y erudito perihelio
espaciando de mirra,
de copiosidad y estalactita los audios
del sueño.
Quiero.
Esa es histeria de mi voluntad
y mi recelo divino
disfrazàndose en auroras de agua
para que los animales puedan ignorarnos
para caminar en tribunales de ruidos
con la escencia
y decir a favor de nosotros
que este momento tambièn esta en contra.
Por mas apariencia escatològica
creando una bocina
en los esgrimas del desasimiento.
Guillermo Paredes
sábado, 18 de septiembre de 2010
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