martes, 1 de octubre de 2019

El Naufragio del Vilo






Una silueta ha caminado por la lluvia.
Su nombre como es de suponer tiene un globo.
En la orilla hay un solo dirigible.
Por lo pronto todo puede o no ser dialéctico.
Un devenir hecho de poliedros.

Los árboles y el universo compuestos
de ejes toman el ala de un bosque. Un bosque
sexual. Por instantes antropomórfico.

Dios que es inconmovible regresa al sur con un
peciolo de bronce en su saliva.
Con una represalia.

Dios tiene una araña en su boca, pero conversa
con ella. Se ponen de acuerdo y juegan a las
cartas. Por supuesto es extraño.

De izares es el mundo, ambidiestro en el agua.
Somero y detallado en el filo del cuchillo. 
Entre navegantes de océanos sobre agujas y epidemias 
de ámbar volvemos a los margenes. Acompañados 
de idolatrías. Aqui no existen los
heraldos.

Enhiesto el mar y febricente en él las sienes.
Mitológico en el jadeo.
En aras atroces de lo subversivo escupimos
en el jardín del cual emana el diluvio
su elefante purpura.

Nociones de un horizonte donde 
lo desconocido dejó atrás el enigma para dar
paso al misterio.

Pero el misterio no es sino otra reencarnación.
Una nube aséptica.
Una extensión de alcohol para aquellos epitafios
dedicados a alimentar la espuma con 
certámenes iridiscentes.

En uno de ellos aquello que conocemos
como vilo.

Es el que naufraga.









No hay comentarios:

Publicar un comentario