lunes, 7 de octubre de 2019

La Bóveda de Aire





Un planeta acaba de colocarse en una bóveda
de aire dejada por una urna.
No sé porque, más en el misterio, hoy sólo 
hay una herida.

El cadáver del búho gira aún en la superficie
de una culata recitando un insomne poema.
Uno que es una visión.

La brisa esta mañana posee un adjetivo.
El poliedro de carne roza el verbo en el lugar donde
se detiene la arena formando así la orilla.
En el mismo se deslizan mandíbulas.
Diarios de supersticiones. Catedrales de 
espejismos.

El silencio roe los adjetivos de un lejano diluvio.
-es una inmensa ola que algún día cubrirá las ciudades-
Es una constelación de otro génesis.

En tal perímetro la historia expía su vacío de duende.
Su historia individual como un evento 
de sepia donde lo ancestral 
se bate y colisiona.

Quizá tenga alguna relación con aquello llamado
poética.
Quizá un drama sea la calle donde el carbón es elástico
y el silencio es una ecuánime institución
de equinos.
Equinos que se alimentan de hierba.
Que preparan desayunos a base de carbón.
Epistolares y magníficos
como una primavera invicta.
O el ion de barro en un horizonte de magnesio.

Un planeta se posa.
Lo ha hecho en una bóveda de aire dejada por una urna.

Y como el aire es transparente.

Las cebras antes de devorarlo.

Muerden todo aquello que nos escupe invisible
desde ello.


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