jueves, 3 de octubre de 2019

Después del Roce lo Creado






Esta noche proviene del centro de una hoja.
De un puerto donde los navíos tienen una
palabra diferente en su pubis.

Un verbo lleno de enigmas incrustado en sus labios
pronuncia el nombre de una profecía.

El protocolo de una mandarina llega a la percepción
lo cual eventualmente es el arribo a otra lucidez.

El mar coloca sus historias donde debe.
Lo observamos con ese lenguaje que duerme entre
la saliva como si fuera nuestro único antepasado.
En un fruto de leche
una antinomia.
En una boina un parque de carbón descubre en
cual de todos ha de ser rozado el diamante.

Después del roce lo creado.
Después de la inteligencia el devenir y la sílaba
con que naufragamos.

El viento es una esfera.
Quizá lo haya leído en las superficies de la cebra.
No lo sé.
El único fruto que conozco es mi ignorancia.
Y ese viento que es una esfera es también
cíclico.

Una cebra diría que ello es poco probable.
Por lo general hay lineas negras y blancas
en la superficie de mi cuerpo, afirmaría.
De otra manera no está conformada mi piel.

Y cada uno en esta tierra.
Cada uno con el peso de su corazón se apostaria
bajo la sombra que conforman las ramas de
un árbol.

Se apostaría debajo de esas ramas

Sólo para descubrir en que se diferencian del 
mismo.











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