martes, 1 de octubre de 2019

El Hemisferio Habitado




Qué hemisferios habitas.
Qué estrellas te concedieron esa capacidad para
desvanecerte o llegar a la fiebre.
Quién eres tú que deambulas con la verdad en
tu boca, pero la escupes como si 
se proviniera de un hocico.

-Oh Cómo aprender del ladrido en sus formas-

Muéstrame tu camino a través de la arena
con una mandíbula.
Tus crepúsculos en la orilla cuando sólo la sangre
de los celajes puede tocarnos.
Cuando sólo tenemos derecho a contemplar sus
venas y vamos de andanada dorada
en andanada dorada porque no hay nada más 
para nosotros.

En ese canto de ermitaños que son iluminados 
por los destellos de la noche. Junto a una
bóveda de sepia.

Muy cerca de un atávico sol en el trigo de nuestros
lunares. En el ópalo de una carta
sin redenciones ni crucifijos tomados de la leche.
Con una unción temeraria.
Con una urna en la cual levitan murallas
y estallidos. Copias de liebres
y solsticioes
ignorados por el desarrollo de un pubis entre
la niebla.
En esos cascos de penumbra que la naturaleza
deslizó entre la profundidad de la gris apariencia,
pues desde ella nacerían los cúmulos.

Las bandadas verticales.
El aniversario de los dinosaurios que esta auora
narran el curso de un deuteronomio.

Uno que se encuentra en las encías de un guepardo.

Pudriéndose como el brillo de la luz
en las cosas.







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