lunes, 7 de octubre de 2019

Cuando Uno Desciende





He descendido por la palabra convertido en una sien.
Midiendo siempre la distancia entre mi frente y mi nuca.
Mirando el aleteo de mi gato antes de fundirse con el viento.
-a dónde irá su aleteo-
En qué escritura se detendrá para transfigurar.
-no sé si a una palabra-
He descendido hacia mi mismo porque ningún pájaro es azul
bajo la noche. Todos poseen la negra oscuridad de su sombra.
No hay ningún dios. Demonio alguno en ello.
Es nada más la intensidad de una pirámide
con sus raíces en el cielo.

Un hígado vuelve a crecer en el día. 
Un pulmón mira su gemelo.
Para otro día quizá exista una explicación para ello
o simplemente no será dada.
Por lo tanto dejo de fijar astronomía alguna en
mi piel. Todos los vicios ya me conocen.

Los animales duermen en un pétalo.
Pero tal pétalo es el conocimiento de un crepúsculo antes de
conmoverse o ser extasiado.
Tal pétalo es la convicción de que la aurora es gris, tan semejante
a cierto momento en el crepúsculo en que no
existen bandadas.
Un momento idéntico a la más profunda ruina.

Y el hombre que es adverbial lo sabe.
Tal hombre adverbial y compuesto de equinoccios sabe de
ese momento de profunda ruina.

Allí donde muestra su corazón la más desesperada
belleza.







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