sábado, 12 de octubre de 2019
El Corazón de las Quimeras
Te sitúas en un lugar donde el lenguaje es de papel.
Sólo así podrían alcanzarte estas palabras.
No son poéticas debo decirlo.
Tampoco líricas.
Recorren mediterráneas y esféricas el sonido de los
dados. La coherencia de los astros.
La reencarnación que en algunas ocasiones toman
los objetos de la mística.
Esa es la poesía que conozco.
La unto de mantequilla cuando llega la tarde y algunos
panes caminan hasta esta mesa.
Hasta este alfabeto de sal ignorado incluso por si mismo.
Lleno de conchas y sílabas destruidas por los
cantos de los animales en los zoológicos.
Y mira.
Los carbones que cuelgan de las ramas de los árboles
son semejantes a todo lo que tú decías.
Uno de los patios que recorrimos guardan algunas
hebras de tu pelo. Por supuesto he intentado
robarlas. Por supuesto fui herido
por las astrologías.
Luces alternativas de linternas que se humedecen
en tus oídos. Relámpagos que conducen minotauros a la
luna. Al lado oscuro por supuesto. Hermético
y marrón como los puentes o esas utopías que oprimen
sus nihilismos hasta rozar un canto de amor
encerrado en las botellas. Velado en los bucles.
Con idiosincrasia de polen vestida de trigo.
Semi-dorsal.
Dicción de naufrago en las sienes de un sueño que mas
que sueño relata el relieve donde gira un
preludio.
Donde el presagio es un ámbito gemelo para todas las
costas que descubren el corazón de las
quimeras.
Y después las arrojan a esos ámbitos.
Donde se agitan para luego parpadear en todo aquello
que proviene de nuestras supersticiones.
De nuestros acertijos infinitos.
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