No tengo una razón para este amanecer.
Tampoco para aquel rostro que se borra
en una decisión, junto con él.
Nunca entendí las cosas del entendimiento,
por ejemplo la ráfaga que sin transpasar un animal
sigue viviendo.
Percibí -como hoy- que todo sigue desvaneciendose.
El planear del ave lo escribe en el aire.
Y para vivir
Eso es suficiente.
Guillermo Isaac paredes mattos
martes, 11 de octubre de 2011
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