No hemos elegido por el nombre
de las efigies.
No hemos admirado dentro del mar
las sospechas de la duda.
Viajamos entre premoniciones, alguna
vez antropomórfismos.
Encendimos culatas, dimos redención
al cultural nombre del templo.
Nos situamos en la hojarasca que rompe el
desvelo y lo situa en ciudades.
En ramplas arcanas de romances.
En nociones de ensueño.
No somos sino el viento, soplando entre
carencias de barcos con superficies
de veleros.
Desvelándose ante el polvo cada
día.
Hermafroditos...
Atómicos.
Guillermo Paredes Mattos
martes, 25 de octubre de 2011
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