Sobre racionalidades de agua y horror.
Un horror que piensa y dilata, que conforme
al desprender y los deslizamientos
conoce exactamente el hecho
donde esto ofrece sus
origenes.
Y origen. Esta palabra con sus vocales
escribiendo en el desierto
con las oraciones de
mundos perdidos
donde el amor
soplaba en la rutina del médano
acostumbreado a agonizar
entre dunas.
Pero racionalidades de agua
son lo que conforme al vértigo
cayeron de los dioses para nosotros.
De una idea.
Ahora la herejía resume capitulos
desde extrañas perversidades.
Interpretaciones como juramentos de abreviaturas
y alces.
Donde de lo único que somos capacez
de de patrullar hojarascas.
Y entonces decimos que poseemos
alineamientos de dóciles pergaminos
donde laberintos y galerías
recreando su delicia
despuntan al editar sobre la piel
ese texto
que como un oráculo
nos exime de la vida
de los cantos
de las sentencias
de sacerdocios de hambre y sed.
Asi devoramos el instinto nuevamente.
El nervio del lenguaje
pues esa es la única posibilidad
de encontrarnos con él
y todos sus prodigios
pues todos sus actos
son mistericos.
Y nos enseña que el silencio del aire
nace cuando nuestra sombra
es atrapada en alambradas.
En fortalezas de crines.
Y ellas nos conducen a otro riesgo. A
temerarias traversas.
Exactamente nuestra única morada.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
martes, 11 de enero de 2011
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