Las palabras no son de lluvia, por màs que las
devoren àngeles.
Y sin llevar mensajes de arena, su espìritu
pertenece al desierto.
Las palabras meditan de noche, vagan entre
mitologìas, toman rostros de martires.
Llevan ìdolos, rastrean cuervos.
Se ejercitan en sòlo estadios.
Desafàin el universo y lo que desafìa
lleva en sì frustraciones y celos divinos.
Recuerdan el mundo como animales.
Colecciones de cera y manuscritos.
Alahambas cuyos enjambes
ocultan el infinito en una cèlula
de vidrio.
Pero en realidad no ocultan
Cuando el eter del infinito
despunta a las constelaciones
lo derraman.
Guillermo Isaac paredes mattos
domingo, 16 de enero de 2011
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