lunes, 9 de septiembre de 2019

La Aldea Violeta





El hombre es sólo una luna.
Un tímpano mediterráneo que cruza la calle.
La aldea violeta que corona un lunar en
el labio inferior.
-cualquier labio inferior-
Esa noción alquímica de mi pubertad.
-la más desconocida-
Un árbol que atraviesa la noche en los impulsos
del viento. Un pájaro que construye su casa 
en el deseo. Una mutación. Una amapola.
El corpúsculo que con la ayuda de la gravedad
presiona la arena.
Una habitación recorriendo la brisa o viceversa.
El nombre antiguo pero no lejano de toda acupuntura.

El hombre es esa soledad con la que reconstruimos una hoja.
Un dibujo en una superficie de cera donde 
van en estampidas los juguetes.
La energía ideal construida por la razón cuando sueña.
Cuando describe las reencarnaciones y en un planeta
mordemos prófugos y rehenes.

El hombre es un zoológico de sal sin inútiles prodigios.
Por la mañana ofrece a sus parientes una liebre.
Un sentido que reporta desasimientos y coherencias según
los desembarcos. 

Una caligrafía.
El subterfugio compartido por una sombra en el miedo.
Lo inasible desde lo heroico con una pústula
de calcio en el corazón que lanza sus palabras en la distancia
que separa un latido de otro.

El hombre es esa distancia mínima.

Arrastrando a veces cabelleras de odio.








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