viernes, 20 de septiembre de 2019
Dequeísmo
Señor yo tengo una guitarra.
Poseo también un violín aunque ello no es de mucha
importancia.
Hablo con zodiacos a veces.
Miro en los refranes y con determinada consistencia
escupo en las calles.
Miro lo prohibido sin antelaciones.
No atlético ni preliminar como sugieren los bordes
y esencias. El protocolo amarillo
dormido en las fronteras.
La neurosis del alma. Digo neurosis del alma
con mucha duda. De la psique es de la
que generalmente establecemos las que existen.
Estoy de acuerdo contigo en algunas coherencias.
En uno que otro dequeismo.
Por lo demás veo como transfiguran las cosas.
Lo hacen instantáneamente.
Sin planos ni objetos que leviten en una hoja.
Ello en ciertos casos lo hacen las palabras.
Unidades llenas de iones e imanes que
devoran juguetes en las sombras.
Siempre deliberadamente.
Soy dueño de algunas sílabas.
Ninguna ha llegado a la luna. Ninguna sabe lo
que es un gerundio. Particular como un vacío observo
en la nada. No vaya a ser que un eclipse en ese vacío
vuelva al cuello de las selvas. Al diálogo
en una mesa donde arrojan
las cartas los jaguares.
Nada más que los jaguares.
Señor yo soy subliminal pero no tanto.
En todo caso soy un subliminal que come uvas.
Que tose y piensa detenidamente en su
mucosa. En su albedrío. En la termita que escapa
en este momento de un pedazo de madera
que encalla.
Sin préludios ni ensayos llegó a aquello que
represento diariamente. Una palabra que se seca.
Una palabra que observa la humedad.
Una palabra que se mueve con desesperación en el
verbo.
Convencida - por toda la eternidad - que el significado
que lleva.
Lo único que hace es esconder otro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario