martes, 20 de agosto de 2019
Visión de un Pájaro
De ser un pájaro cualquiera descendiste hasta la luz.
Así fuiste único.
Te veo ahora en una extraña soledad.
Sucedió un día en que creíamos en una de tus sombras.
-no todos los días creemos en una de las sombras-
Los colores eran errantes igual que un extraño sufijo.
Uno extranjero.
Por supuesto que en la arena había un neologismo.
De ser un pájaro o un árbol que trajina.
Que medita en las avenidas antes de llegar al océano.
Que se libera del agua o del sueño mientras los
parpados crean juguetes en la niebla, te dirigiste
a las puertas con un carbón en tu boca.
Tal carbón era indecible.
Del mismo los niños se alimentaron durante siglos.
Así se hicieron hombres.
Recorrieron los bucles.
Oprimieron un pubis durante la tarde porque en
el crepúsculo el deseo tiene el mismo color dorado que
hay en el cielo.
Pero a veces ese color es purpura.
De ser un pájaro entonces descendiste con otro rigor
en esos labios.
Sólo que en esta ocasión los labios correspondían
a una estatua.
Y tenían el sabor helado de la piedra.
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