miércoles, 14 de agosto de 2019
Agnóstico Pájaro
Un crepúsculo en el corazón.
Que nos mantenga cautivos por siempre a la naturaleza.
El sentido del calor que proviene de un antiguo razonamiento.
Algunas cosas en el mismo pertenecen al aire.
La garúa nos ha colocado en la arena.
Lo único que dejamos de ver es aquello que insomne
yerra en nuestra piel.
Todo lo que está fuera de aquella es por
un instante absoluto.
La brisa estrella sus círculos en otros sólidos.
El viento es opuesto a lo que se encuentra en calma.
El contenido de la hierba sobre la
tierra, por ejemplo.
Los mástiles conducen nombres.
Los mástiles indican a una aurora el lugar por el
cual descenderán los silencios.
La primera idea que traerá es la velocidad.
Incluso cerca de esos mástiles extraños rostros
escupen inútiles repertorios.
El hombre ahora es un estado gaseoso.
Historias de aluminio en el vapor lo acompañan.
Manadas de zinc.
En lo remoto la escritura reflexiona en el amor
como una estrella dormida en el ansia.
Tal ansia descansa sobre el deseo.
Figuras y rieles semejantes a una desembocadura
y en el destello un meridiano con tropeles
que sirgan andanadas
o filtros avanzando en las causas de los
minaretes.
Durante un segundo son un pétalo.
Mientras transcurre la mañana enfebrecidamente
constituyen un anda.
Una cúpula con la cual mi religioso nihilismo empieza
a atravesar esta ciudad.
Eso creo...
Los pájaros son agnósticos esta mañana.
Son los únicos que pueden decir lo contrario.
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